lunes, 18 de febrero de 2013

¿MI PAREJA ME SERÁ INFIEL?

¿MI PAREJA ME SERÁ FIEL?

Una de las experiencias más dolorosas que puede tener el ser humano es que su pareja le traicione, le sea infiel. Por esto y sin perder de vista que nadie es culpable de ninguna conducta mientras no la ejecute, bueno será que hagamos un repaso de los antecedentes familiares, de las características de personalidad, y del cambio de comportamiento que suelen tener las personas con altas probabilidades de engañar a su pareja.

PASADO FAMILIAR

Aquellas personas que han observado en sus padres historias de infidelidad, tanto afectivo-sexuales como de otro tipo (se puede ser infiel a la pareja en un momento en que está enferma, o en otras muchas circunstancias) son mucho más proclives a ser infieles con sus parejas, excepto en un caso: cuando lo cuentan con evidente dolor.

También quienes en su familia, y durante su niñez, no han visto puesto en valor el concepto de lealtad, o de compromiso, en su propio comportamiento con los demás.
Esto ocurre por ejemplo cuando no se le criticó de niño que incumpliera su palabra, tal vez para con un compañero de clase, o cuando se vivió con normalidad el no salir en defensa de un hermano menor atacado en el patio del colegio, o cuando se permitió que de adolescente “pasase” de la familia cuando ésta atravesaba por momentos de dificultad. En definitiva cuando no se le dio valor a ser fiel al grupo al que se pertenece, la familia, los amigos, etc.

Son más proclives a la infidelidad quienes han visto que el cariño de sus mayores no es incondicional, sino “a cambio de” “ser fiel a”. Se puede tratar de la experiencia de no ser querido salvo que quiera más a mamá que a papá, o a cambio de seguir destacando en los estudios, o a condición de que elija la profesión de papá, por mencionar algunos ejemplos, ya que en estos casos se puede desarrollar una especie de aversión a la fidelidad, al vivirse más como un forma de control que de estabilidad.

CARACTERISTICAS PERSONALES

Con independencia de las vivencias en la infancia, hay características personales que observadas con cierta atención pueden servir de aviso de que la persona con la que nos relacionamos es proclive a ser infiel.

Existen personas que gozan de un físico envidiable, que han sido favorecidas por la naturaleza. Son personas atractivas, elegantes, guapas, de llamativas hechuras, o simplemente con un saber estar que resulta atractivo para los demás y del que lógicamente están satisfechas. Nada de esto aumenta las probabilidades de que esa persona sea infiel, excepto en un caso: que base su autoestima casi exclusivamente en esa característica. Si es así y cuando su ánimo atraviese horas bajas, estará más tentado que otras personas a explotar ante el sexo opuesto su capacidad de seducción. La idea de ser infiel se le hará especialmente atractiva y fácil.

Observemos otro comportamiento que de ser habitual puede avisar de cierta propensión a la traición. Todos escuchamos historias de infidelidad, de personas infieles y de personas engañadas, pero la reacción ante estos relatos varía de unas personas a otras.  Quienes al escuchar la infidelidad ajena la califican por sistema de divertida, al infiel de astuto o inteligente, quienes nunca dejan ver una muestra de pena, desagrado, o de solidaridad con la víctima, tienen mayor probabilidad de ser infiel a su pareja, en el presente o en el futuro. Ello demuestra identificación exclusiva con la persona que se ha divertido con la infidelidad, es decir, falta de empatía para con la persona engañada.

Las personas impulsivas a la hora de gratificarse, por ejemplo comprando en unos grandes almacenes, o mediante la comida o bebida, es decir, aquellas que se ven desbordadas por sus impulsos son, en igualdad de otras variables, más propensas a ser infieles, porque el impulso de aventura y conquista que todos llevamos dentro les puede desbordar. Algo parecido cabe decir de quien con gran facilidad es seducido, por ejemplo por vendedores, ya que también tendrá menor resistencia a ser seducido/a por quien desee que sea infiel.

Hay quien nunca ha sentido la extraordinaria y maravillosa experiencia de estar plenamente unido a una persona, ni con los progenitores, ni con un amigo intimo, ni con la pareja. No es que no lo deseen, sino que las circunstancias o sus propios miedos se lo han impedido. Pues bien, estas personas suelen terminar aprendiendo a “diversificar” sus relaciones intimas, por lo que para ellos lo “normal” es tener una segunda relación, aunque sea de menor importancia que la primera, para completar la plenitud que no saben lograr. Tienen mayor tendencia a ser infieles.

Quien aún estando en pareja vive como persona soltera, en el sentido de que parece tener una vida aparte, por ejemplo estableciendo nuevas relaciones de amistad en la que su pareja no participa en absoluto, o no necesita algún grado de contacto entre  su pareja y su familia de origen, tiene mayores probabilidades de ser infiel ya que este comportamiento podría estar indicando que no se ve a sí mismo como parte de una unidad superior al individuo, la pareja. Si no se siente en lo más profundo de su alma parte de una pareja no tendrá necesidad de protegerla.

Es más fácilmente infiel a su pareja quien lo es actualmente a sus hermanos, amigos, partido político, grupo religioso, o a sus ideales en general. Se puede ser infiel a un amigo no acompañándole con ocasión de la muerte de un ser querido, o a un hermano no apoyándole con ocasión de un divorcio, por poner sólo algunos de muchos ejemplos posibles. De quien no cuida una relación afectiva de cualquier tipo, no se puede esperar que renuncie al placer de la aventura y la conquista para cuidar la viabilidad de la pareja.

SOBRE SU CAMBIO DE COMPORTAMIENTO

Sin perjuicio de lo expuesto anteriormente, pueden ser motivo de preocupación por posible infidelidad los siguientes cambios en el comportamiento habitual.

1) Si ha abandonado viejas reivindicaciones afectivas y/o sexuales hacia usted. El hacerlo no le convierte en persona infiel, pero sí es cierto que este tipo de reivindicaciones suelen cesar cuando se pierde la esperanza de encontrarlo en casa y se encuentra fuera de ella.

2) Si tras algunas salidas aparentemente “inocentes” su estado de ánimo mejora ostensiblemente, aunque de forma pasajera

3) Si el repertorio de juegos sexuales de que es capaz su pareja varía de forma notable y brusca.

4)  Si de manera inesperada está con usted mas atento/a que de costumbre y coincidiendo con salidas aparentemente justificadas “por motivos de trabajo” u otras rutinarias.

5) Si han cesado las dudas que tenía sobre si quería o no separarse de usted y  sin que nada haya cambiado ni se haya hablado.


FINAL
Ninguno de estos comportamientos aisladamente observado en su pareja le da garantías de que le esté siendo infiel. Si son varios los que ha detectado tampoco, pero las posibilidades aumentan. Si es así y la sospecha produce en su corazón un nivel importante de desazón, le recomiendo que exponga sus temores a su cónyuge o pareja. De su reacción, más que de sus palabras podrá deducir si las sospechas son o no fundadas.
Una reacción a base de sacar enfados y quejas hacia usted hace tiempo dormidas, o eludir la conversión,  indicaría posible conducta infiel, mientras que una reacción del tipo  “de esto no podemos dejar de hablar hasta que no esté aclarado”  podría desconfirmar sus temores.

Nunca insistiré lo bastante en decir que una alta concentración de indicios o señales no equivale a que realmente exista conducta infiel.

  
. Seguramente estamos ante una persona que valora y respeta la  fidelidad, en sentido amplio, cuando le ha sido trasmitida por sus mayores como ejemplo personal,  pero no presentada como condición indispensable para ser querido.


 . Si está conociendo a alguien, potencial pareja en el futuro, no deje de interesarse por sus relaciones humanas al margen de la vida de pareja. Si les ha sido fiel seguramente también lo será con usted.

Esteban Cañamares
Psicólogo Clínico y Sexólogo
Tf  680 133 864
Madrid

Libro recomendado (del propio autor): ¿Por qué le es infiel? Editorial Amat

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