No, no adelgaza.
Hacer el amor, pero hacerlo bien, es decir, convencidos de hacerlo, sin reservas, con una persona con la que no hay tensiones ni rivalidades, y con la que podemos ser auténticos, sin miedo a embarazos o a contagios, como forma de realización personal sana, como una manera de conquistar un comportamiento propio de los adultos, puede ayudar, que duda cabe a ser constante y eficaz en el régimen. Porque cuando nos sentimos bien, realizados, satisfechos con nosotros mismos y con lo que hacemos, y con las personas con las que estamos, somos capaces de realizar de manera mantenida los esfuerzos necesarios para alcanzar metas deseables, y el alcanzar un peso adecuado puede ser una de ellas. Si además la pareja comprende el deseo de adelgazar, si anima a realizar el esfuerzo necesario, si se alegra cada vez que el obeso o la obesa consigue no salirse del régimen previsto, y si valora el esfuerzo realizado, entonces será mucho más fácil alcanzar los objetivos de peso.
Es el momento apropiado de recordar al lector que las personas que rodean a un obeso, pueden tener secreto interés en que éste mantenga sus kilos sobrantes. El miedo a las relaciones sexuales, por ejemplo por miedo a que aparezca la temida impotencia, o se repita la frustrante eyaculación precoz, o a que crezcan fantasías homosexuales, puede llevar a un hombre a estimular la obesidad de su compañera, para tener así una disculpa para no buscar las relaciones sexuales con ella. De la misma manera una esposa puede cocinar de manera más tentadora, o agigantar conflictos de poca importancia para que se trasformen en grandes ingestas, para sabotear el régimen de su esposo y que siga siendo obeso, para tener así la disculpa de no mantener con él relaciones sexuales, y poder seguir con aparente disculpa una infidelidad o una simple falta de deseo sexual.
ESTEBAN CAÑAMARES
Psicólogo y sexólogo
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