viernes, 15 de febrero de 2013

AMISTAD CON DERECHO A ROCE

AMISTADES CON DERECHO A ROCE

Cuando alguien nos acaricia, o si lo prefieres “nos mete mano”, no sólo sentimos el placer que las partes acariciadas trasmiten al cerebro, no sólo la reacción de nuestros genitales ante tales caricias, sentimos también, aún de manera no consciente, otras sensaciones que se podrían expresar con frases del tipo “Está concentrado/a sólo en mi” “en este momento soy el centro de su vida” “mi cuerpo inunda de sensaciones el suyo” en definitiva “en este instante soy de vital importancia para él/ella”.

Cuando acariciamos a alguien, además de las sensaciones puramente biológicas sentimos cosas del tipo “todo él/ella es para mi”  en definitiva otra vez la todo poderosa sensación de que por un instante el uno para el otro es el centro  de la vida, alguien con quien estamos unidos, de forma pasajera sí, pero de manera intensísima.

Pocas veces se produce en la vida una sensación de fusión tan intensa con otro ser humano. Si acaso cuando la madre o el padre acarician a su hijo, lo acuna, lo protege y claro está en el vientre materno durante el embarazo.

Esta poderosa sensación de fusión es la responsable de muchas cosas. Entre otras de las muy frecuentes hoy en día “amistades con derecho a roce” en las que dos personas saben que no son ni van a ser pareja pero se brindan además de comunicación apoyo y afecto, sus favores sexuales.

Son relaciones libremente consentidas, mutuamente gratificantes (por lo general durante un tiempo) y a las que no veo que objeción se puede poner. Eso sí, no están exentas de problemas que deben de conocerse:

. Rara vez coinciden, al menos a lo largo del tiempo, los deseos de ambas partes en cuanto a frecuencia de encuentros.
. Tampoco suelen coincidir los porcentajes de sexo-no sexo que se desea en la relación. Es decir cuanto tiempo dedicamos a la cama y cuanto a pasear, comer, charlar, reír.
. Si uno de los dos se empareja  el equilibrio de este tipo de relación se pierde.
. Celos y conflictos con otras personas suelen aparecer antes o después.
. A veces alguno de los dos quiere cierta exclusividad que el otro no está dispuesto a dar.

Mucho diálogo y sinceridad entre aquellas personas que participan en este tipo de relaciones, y conciencia nítida de que antes o después tienen fecha de caducidad son dos buenos consejos para que el placer del encuentro no sea superado por los conflictos y los sinsabores que ocasione.

Espero que nadie confunda estas legítimas relaciones, siempre que en ellas reine la sinceridad, con una verdadera pareja, con estar enamorado, en definitiva con la sensación de estar unido de manera permanente con el otro, esté presente o ausente.

Esteban Cañamares
Psicólogo Clínico y Sexólogo
www.epecpsicologos.com

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