miércoles, 27 de febrero de 2013

FORMAS DE LLEGAR A UN GRUPO

DIFERENTES ACTITUDES AL LLEGAR A UN GRUPO

Para todos resulta fundamental ser admitidos en determinados grupos. Las estrategias puestas en marcha con tal de conseguirlo varían enormemente de unas a otras personas.

Lo observado en la familia de origen, el grado de seguridad personal alcanzado, las experiencias previas de relación con otros grupos humanos y un largo etcétera, determinan la actitud que mantiene una determinada persona al conocer a un conjunto de sus semejantes.

Con infinitas variaciones y matizaciones personales, podemos hacer tres grandes grupos de personas, atendiendo a su estilo de contactar con los demás.

ACTITUD SUMISA


Mantiene una actitud sumisa, quien por regla general no defiende sus puntos de vista, la validez de sus costumbres, y sus derechos. Se trata de personas acostumbradas a ganarse la simpatía y la aceptación de los demás, admitiendo de forma poco crítica y por sistema los valores ajenos.

Con esta actitud por costumbre, y el comprensible deseo de agradar al conocer a su futura familia política, o a sus nuevos compañeros de trabajo, o de clase, etc. no es extraño que estas personas puedan resultar encantadoras,  y que no tengan problemas con ninguno de esos grupos, al menos en un principio.
No discutirán nada ni con nadie, no les importará ser relegados a un papel meramente decorativo a veces, o ser ridiculizados para que así el grupo de acogida sienta una mayor unidad. No se rebelarán cuando les hagan culpables de cualquier desgracia o de decisiones injustas. En definitiva serán personas encantadoras vistas desde los ojos de sus suegros o jefes o compañeros de salidas de fines de semana…

Pero si bien esta actitud puede facilitar la entrada en casi cualquier nuevo ambiente, también es cierto que a la larga sólo reportará vacío y menosprecio hacia sí mismo. Antes o después la persona tiene la sensación, muchas veces justificada, de que no se le admite por quien es, sino por lo que da a los demás, por lo servicial de su comportamiento, por como cede ante cualquier pretensión ajena, y de que no le conocen como es en realidad. A la larga la sensación de no estar integrado en su grupo será inevitable, justo lo que se intentaba evitar.

 Estas personas sumisas, suelen establecer parejas en no pocas ocasiones con personas dominantes, que muchas veces son las primeras que estimulan que el sumiso o la sumisa jueguen ese papel pasivo e híper adaptado que nos ocupa.

 

ACTITUD IMPOSITIVA


Aparentemente, sólo aparentemente, en el polo opuesto del sumiso está la persona de actitud impositiva. Es decir, aquella que necesita que sean sus puntos de vista los que prevalezcan, que no tolera ni tan siquiera que los demás defiendan los suyos, que fácilmente califica los rituales y costumbres de los demás como absurdos, inapropiados, atrasados, etc., son personas que entran regularmente a polemizar, y que seguramente sienten profunda envidia de la unidad que observa entre las otras personas.

Al igual que los sumisos, este tipo de personas, lo que intentan es asegurarse un puesto en la estructura del grupo al que llegan. Temen profundamente, aunque nunca lo lleguen a reconocer, el quedar excluidos, apartados. Sólo la forma les separa de los sumisos, no el fondo.

Como es natural, las personas de actitud impositiva serán inmediatamente rechazadas por grupos cerrados, al igual que por los equilibrados que como mucho las tolerarán manteniéndolas a cierta distancia. Sólo en los grupos muy abiertos, (con poca estructura, sin muchas normas, sin líderes naturales…) las dispensarán una mejor acogida, no por ello exenta de complicaciones. En cualquier caso su llegada generará algún grado de conflicto,  y un difícil acople entre ambas partes. La única ventaja respecto a la actitud sumisa, es que la aparición de los conflictos será inmediata, no habrá que esperar.

Si las personas de actitud impositiva reciben un rechazo por su actitud, se sienten mal, no admitidas, no queridas; por mucho que conscientemente quieran echar la culpa al grupo de acogida, lo que en el fondo sentirán es: no me quieren. Pero si por la razón que sea son admitidas, (por ejemplo porque contactan con una familia muy carente de dirección que necesita una “persona firme”), a medio y largo plazo sentirán malestar, no sólo porque siempre tendrán algún grado de oposición y críticas, si no porque además no tendrán una consideración alta de esa familia o grupo cualquiera que tan fácilmente se dejó dominar, quizás también porque terminen abrumados por situaciones de responsabilidad y porque no pueden disfrutar de un grado razonable de pasividad, puesto que siempre están vigilantes de no perder la situación de dominio.

ACTITUD ASERTIVA


La actitud asertiva consiste en ser capaces de ponerse en la piel de las demás personas, de saber enfocar las cosas desde su punto de vista para entenderlo y respetarlo, lo cual no es lo mismo que compartirlo. Consiste también en defender los propios intereses y opiniones, de forma abierta y clara, pero sin intentar imponerlos. La persona asertiva
respeta las costumbres y rituales de los demás, aun cuando no los entienda, y al mismo tiempo no renuncia a sus propias costumbres y rituales, que defiende si son atacados.

También estas personas, como todos, desean ser admitidos en el nuevo grupo al que llegan, pero lo hacen sin prisa, dando tiempo al tiempo. No entran a criticar el comportamiento ni las costumbres de sus nuevos familiares, o compañeros, aunque quizás muestren un sano interés por conocerlos. Dan abiertamente sus opiniones sobre temas de interés general, aunque quizás procuren no abordar al principio los más polémicos. No se inmiscuirán en asuntos personales que no les incumben, ni tampoco dejarán que los demás intervengan en los asuntos que les son propios.

Con este tipo de actitud, les será fácil conectar e ir estrechando lazos con ese tipo de familias calificado en otro de mis artículos de equilibradas. Sufrirá algún rechazo con familias cerradas. Y no tendrá problemas de relación en una familia abierta, aunque posiblemente la viva como algo caótico.

Con el paso del tiempo, estas personas podrán ganarse el afecto de su nueva familia, tener un determinado puesto en el organigrama familiar, y ser respetadas.
Todo esto vale igual si en lugar de a una nueva familia se accede a cualquier otro grupo humano

Esteban Cañamares
Psicólogo Clínico y Sexólogo
www.epecpsicologos.com

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