martes, 14 de mayo de 2013

¿CÓMO CAMBIAS AL HACERTE MUJER?

Esteban Cañamares, Psicólogo Clínico y Sexólogo, Colegiado M-09659, identificable en el Colegio de Psicólogos de Madrid y en su página Web www.epecpsicologos.com te da la oportunidad de acercarte a la psicología y a la sexología de manera seria, evitando el intrusismo profesional, hacer preguntas y leer mini-artículos sobre temas que pueden interesarte. Se compromete a contestar a tus preguntas o comentarios, con absoluta confidencialidad,  si los remites a epecpsicologos@hotmail.com, También de forma pública puedes dejar aquí tus comentarios y preguntas.

Un día notas que alguien te mira de manera distinta, con otros ojos, alguien que ya tratabas anteriormente, el profesor de otros cursos, el vecino de tu comunidad, el amigo de papá; ahora es una mirada diferente, es una mirada de deseo, una mirada cargada de voluptuosidad, es una mirada de hombre a mujer. Y es que ya no eres la niña de años atrás, has llegado a la adolescencia.

Tú has cambiado mucho físicamente y de manera no siempre armoniosa ni equilibrada, un ejemplo llamativo de ese cambio brusco pudiera ser el "despiste hormonal" que durante unos años has padecido, ya que la cantidad relativa de hormonas masculinas que ha producido tu cuerpo ha sido mayor de lo normal, igual que la cantidad de hormonas femeninas en el cuerpo de los adolescentes varones, puede subir mucho y producir fenómenos tan curiosos como el de un cierto crecimiento del pecho y un cierto dolor de pezones en los chicos, que aunque no sea en absoluto preocupante si crea una comprensible angustia interna; desde luego estos cambios son difíciles de encajar .

En el trascurso de la adolescencia no solamente cambias tú, también cambian los demás hacia ti, como cuando en tu familia te piden que te encargues de cuidar a alguien o que escuches las penas de los demás, mientras que años atrás eras siempre tú la cuidada, o como cuando la sociedad te pide que te definas sobre lo que pretendes estudiar o en qué te vas a ganar la vida, mientras que antes las decisiones las tomaban por ti. Y este cambio de los demás hacia ti no es constante, porque a veces te consideran demasiado joven e inexperta como para tratarte como a una adulta, mientras que otras te ven demasiado mayor como para exigirte solo como a una niña.

Pero por si el enorme cambio físico, el despertar de la sexualidad, y el trato distinto y ambivalente de la sociedad hacia ti fuera poco, debes además hacer en esta etapa de tu vida una de las elecciones más difíciles y trascendentales : o creces, te desarrollas, descubres lo que el mundo te puede ofrecer, pero entonces pierdes la seguridad y la tranquilidad de la infancia, o te refugias en la familia, en la comodidad de no tomar decisiones, en la tranquilidad de no explorar lo nuevo, pero entonces detendrás tu crecimiento, quedarás insatisfecha, no seguirás a las personas de tu edad.

Este es el gran dilema a afrontar en este momento de la vida, SEGURIDAD O CRECIMIENTO.

Pero pronto comprenderás que solo existe una alternativa sana, el crecimiento, aún a costa de perder esa seguridad que nos aportaba el no decidir, el quedarnos en lo ya conocido, esa seguridad que nos da el estar en el nido familiar.

Pero no te confundas, no se trata de abandonar a la familia y a los seres queridos para así conquistar una vida nueva, NO, se trata de conseguir una relación distinta a la que hemos mantenido durante largos años, se trata de seguir gozando de su compañía y de su amor, pero ahora en una relación de adulto a adulto, en la que asumas tus propias responsabilidades, tus propias decisiones, y en la que tu también puedas dar y no solo recibir, y todo ello al tiempo que te aventuras con toda firmeza, en el mundo laboral, en el conocimiento y disfrute sano de tu sexualidad, en el desarrollo de nuevas amistades, y en un estilo de vida que conecte con lo más profundo de tu personalidad.


Cualquier etapa de cambio es difícil, y en la adolescencia se producen muchas, tanto en el adolescente como en su entorno, pero también es una época de descubrimientos e ilusiones.

SI ERES MADRE DE UN/A ADOLESCENTE :

. Procura hacerle más caso cuando se comporte desde la sensatez, la responsabilidad, y el diálogo, y menos cuando se conduce según sus caprichos, es decir cuando tiene un comportamiento más infantil; "alíate" pues con su parte más madura.

. Dile en todo momento lo que esperas de él, lo que te parece correcto e incorrecto, lo que es admisible y lo que no; no te importe que no te haga caso, el saber donde están los límites de lo permitido y lo que tu consideras apropiado le sirve para no sentirse perdido y poder volver antes a un comportamiento sano.

. Es fundamental que tú también optes internamente por su crecimiento, por su desarrollo. Aunque eso te deje sin el niño/a que antes te hacia sentirte útil y valiosa. Lo sigues siendo aunque seas menos imprescindible.

ESTEBAN CAÑAMARES
PSICÓLOGO CLÍNICO Y SEXÓLOGO
COLEGIADO M-09658

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