miércoles, 3 de abril de 2013

IGUALDAD HOMBRE-MUJER (II)

Las mujeres, como cualquier otro grupo social, en cualquier cultura, en cualquier momento histórico, casi diría que como cualquier persona, sólo han reivindicado cambios en las costumbres, en las normas, en los procesos mentales, que les son lesivos, no han demandado cambio alguno en aquello que les es beneficioso.

Es un clamor entre los hombres que existen aspectos del funcionamiento social que les son  gravemente e injustamente dañinos. Como pasaba hace décadas con las reivindicaciones femeninas no se atreven a exponerlas, si lo hiciesen caería sobre ellos una gran cantidad de incomprensión social y de burla en su entorno inmediato, pero basta con que alguien les dé pié para que salgan a borbotones estas reivindicaciones.

Personalmente pude, al doblar una esquina, observar una acalorada discusión entre un hombre y una mujer. Ambos se insultaban con calificativos no reproducibles en ambientes cultos, se zarandean mutuamente. Los transeúntes se arremolinaron a su alrededor, los más valientes procedieron a su separación. Ni la edad ni el aspecto exterior decían nada de particular de los protagonistas de esta historia. Finalmente la mujer se fue mientras el hombre,  rodeado de conciudadanos, intentaba explicar lo sucedido...

Imagínese lector la situación que se acaba de describir. Una gran parte de los hombres y la práctica totalidad de las mujeres, en una situación como esta,  que ha sido vivenciada en persona por el autor, se hacen preguntas o sienten estados de ánimo como los que se describen a continuación:

-          ¿Qué le habrá hecho? (él a ella)
-          Pobre mujer
-          Cómo abusan de las mujeres por ser las más débiles
-          Hay que ayudarla, que vergüenza

Y otras parecidas de apoyo, pena, y solidaridad hacia la mujer.

¡Pero si me ha robado la cartera! Exclamó el pobre hombre mientras la carterista huía con la complicidad no intencionada de una ciudadanía que había dado por supuesta la culpabilidad del macho. Al llegar la policía, se corroboró que en esa zona efectivamente “trabajaba” un grupo organizado de delincuente de poca monta y mucho disgusto para sus víctimas. La descripción de la carterista coincidía con la aportada por otras de sus víctimas.

¿Por qué ante la falta de indicios presuponer la culpa del varón? Esta presunción de culpa le es lesiva a los hombres. Se detecta no sólo en conflictos callejeros como el del ejemplo, también en los conflictos conyugales, en los divorcios, en las disputas sobre cómo educar a los hijos, etc. Ya sabemos que la mujer no es menos inteligente que el hombre, ahora hay que aprender que el hombre no es más malo que la mujer.
                
No sólo es la presunción de culpa para el varón, también el hecho de que se pida, con razón, que sea co responsable en el cuidado de los hijos al tiempo que se considera normal que sea un segundón afectivo para ellos respecto de la madre, o por poner otro ejemplo, que se le señale como el responsable de que la pareja no disfrute sexualmente, o que siga pesando más (en general) la familia de ella que la de él. Por otro lado nada se habla de los malos tratos psicológicos de la mujer al hombre, o de las condiciones laborales y de crianza que provocan que los hombres vivan 6,5 años menos de media que las mujeres sin que haya explicaciones genéticas más allá de uno o dos años.

Sé que es un tema demasiado largo como para abordarlo en un miniartículo. Pero para animar al lector a meditar sobre el tema y de paso provocar que lo haga con una sonrisa aquí dejo un chiste sacado de la vida real que expresa cuanto debemos seguir avanzando en la verdadera y total igualdad hombre mujer.

Se encuentran dos mujeres en la calle, y mantienen la siguiente conversación

Mujer A: ¿Qué tal estas María, qué tal la familia?

Mujer B: Bien, gracias.

Mujer A: ¿Se casaron por fin tus hijos?

Mujer B: Sí, gracias a Dios, ya los tengo casados

Mujer A: ¿Y qué tal les va?

Mujer B: Pues la verdad, a mi hijo no muy bien

Mujer A: ¿Por qué?

Mujer B: Ha tenido mala suerte con su suegra; todo el tiempo tiene que estar a su servicio,  si va  a la compra mi hijo tiene que ayudarla, si va al médico mi hijo la lleva en coche, y cada dos por tres está ella en casa de los chicos comiendo.

Mujer A: Vaya que mala suerte, y a tu hija ¿qué tal le va en el matrimonio?

Mujer B: Fantástico, ha tenido mucha suerte con el chico, tengo un yerno fenomenal, si voy a la compra me ayuda, si tengo que ir al médico o a cualquier sitio se ofrece a llevarme en el coche, y no hacen más que invitarme a comer.

Esteban Cañamares
psicólogo clínico y sexólogo
colegiado M-09659
www.epecpsicologos.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario