miércoles, 27 de febrero de 2013

FORMAS DE LLEGAR A UN GRUPO

DIFERENTES ACTITUDES AL LLEGAR A UN GRUPO

Para todos resulta fundamental ser admitidos en determinados grupos. Las estrategias puestas en marcha con tal de conseguirlo varían enormemente de unas a otras personas.

Lo observado en la familia de origen, el grado de seguridad personal alcanzado, las experiencias previas de relación con otros grupos humanos y un largo etcétera, determinan la actitud que mantiene una determinada persona al conocer a un conjunto de sus semejantes.

Con infinitas variaciones y matizaciones personales, podemos hacer tres grandes grupos de personas, atendiendo a su estilo de contactar con los demás.

ACTITUD SUMISA


Mantiene una actitud sumisa, quien por regla general no defiende sus puntos de vista, la validez de sus costumbres, y sus derechos. Se trata de personas acostumbradas a ganarse la simpatía y la aceptación de los demás, admitiendo de forma poco crítica y por sistema los valores ajenos.

Con esta actitud por costumbre, y el comprensible deseo de agradar al conocer a su futura familia política, o a sus nuevos compañeros de trabajo, o de clase, etc. no es extraño que estas personas puedan resultar encantadoras,  y que no tengan problemas con ninguno de esos grupos, al menos en un principio.
No discutirán nada ni con nadie, no les importará ser relegados a un papel meramente decorativo a veces, o ser ridiculizados para que así el grupo de acogida sienta una mayor unidad. No se rebelarán cuando les hagan culpables de cualquier desgracia o de decisiones injustas. En definitiva serán personas encantadoras vistas desde los ojos de sus suegros o jefes o compañeros de salidas de fines de semana…

Pero si bien esta actitud puede facilitar la entrada en casi cualquier nuevo ambiente, también es cierto que a la larga sólo reportará vacío y menosprecio hacia sí mismo. Antes o después la persona tiene la sensación, muchas veces justificada, de que no se le admite por quien es, sino por lo que da a los demás, por lo servicial de su comportamiento, por como cede ante cualquier pretensión ajena, y de que no le conocen como es en realidad. A la larga la sensación de no estar integrado en su grupo será inevitable, justo lo que se intentaba evitar.

 Estas personas sumisas, suelen establecer parejas en no pocas ocasiones con personas dominantes, que muchas veces son las primeras que estimulan que el sumiso o la sumisa jueguen ese papel pasivo e híper adaptado que nos ocupa.

 

ACTITUD IMPOSITIVA


Aparentemente, sólo aparentemente, en el polo opuesto del sumiso está la persona de actitud impositiva. Es decir, aquella que necesita que sean sus puntos de vista los que prevalezcan, que no tolera ni tan siquiera que los demás defiendan los suyos, que fácilmente califica los rituales y costumbres de los demás como absurdos, inapropiados, atrasados, etc., son personas que entran regularmente a polemizar, y que seguramente sienten profunda envidia de la unidad que observa entre las otras personas.

Al igual que los sumisos, este tipo de personas, lo que intentan es asegurarse un puesto en la estructura del grupo al que llegan. Temen profundamente, aunque nunca lo lleguen a reconocer, el quedar excluidos, apartados. Sólo la forma les separa de los sumisos, no el fondo.

Como es natural, las personas de actitud impositiva serán inmediatamente rechazadas por grupos cerrados, al igual que por los equilibrados que como mucho las tolerarán manteniéndolas a cierta distancia. Sólo en los grupos muy abiertos, (con poca estructura, sin muchas normas, sin líderes naturales…) las dispensarán una mejor acogida, no por ello exenta de complicaciones. En cualquier caso su llegada generará algún grado de conflicto,  y un difícil acople entre ambas partes. La única ventaja respecto a la actitud sumisa, es que la aparición de los conflictos será inmediata, no habrá que esperar.

Si las personas de actitud impositiva reciben un rechazo por su actitud, se sienten mal, no admitidas, no queridas; por mucho que conscientemente quieran echar la culpa al grupo de acogida, lo que en el fondo sentirán es: no me quieren. Pero si por la razón que sea son admitidas, (por ejemplo porque contactan con una familia muy carente de dirección que necesita una “persona firme”), a medio y largo plazo sentirán malestar, no sólo porque siempre tendrán algún grado de oposición y críticas, si no porque además no tendrán una consideración alta de esa familia o grupo cualquiera que tan fácilmente se dejó dominar, quizás también porque terminen abrumados por situaciones de responsabilidad y porque no pueden disfrutar de un grado razonable de pasividad, puesto que siempre están vigilantes de no perder la situación de dominio.

ACTITUD ASERTIVA


La actitud asertiva consiste en ser capaces de ponerse en la piel de las demás personas, de saber enfocar las cosas desde su punto de vista para entenderlo y respetarlo, lo cual no es lo mismo que compartirlo. Consiste también en defender los propios intereses y opiniones, de forma abierta y clara, pero sin intentar imponerlos. La persona asertiva
respeta las costumbres y rituales de los demás, aun cuando no los entienda, y al mismo tiempo no renuncia a sus propias costumbres y rituales, que defiende si son atacados.

También estas personas, como todos, desean ser admitidos en el nuevo grupo al que llegan, pero lo hacen sin prisa, dando tiempo al tiempo. No entran a criticar el comportamiento ni las costumbres de sus nuevos familiares, o compañeros, aunque quizás muestren un sano interés por conocerlos. Dan abiertamente sus opiniones sobre temas de interés general, aunque quizás procuren no abordar al principio los más polémicos. No se inmiscuirán en asuntos personales que no les incumben, ni tampoco dejarán que los demás intervengan en los asuntos que les son propios.

Con este tipo de actitud, les será fácil conectar e ir estrechando lazos con ese tipo de familias calificado en otro de mis artículos de equilibradas. Sufrirá algún rechazo con familias cerradas. Y no tendrá problemas de relación en una familia abierta, aunque posiblemente la viva como algo caótico.

Con el paso del tiempo, estas personas podrán ganarse el afecto de su nueva familia, tener un determinado puesto en el organigrama familiar, y ser respetadas.
Todo esto vale igual si en lugar de a una nueva familia se accede a cualquier otro grupo humano

Esteban Cañamares
Psicólogo Clínico y Sexólogo
www.epecpsicologos.com

martes, 26 de febrero de 2013

CAUSAS DE OBESIDAD 1º

Cuando de manera más o menos permanente, la balanza de nuestra vida se inclina del lado de las insatisfacciones, necesitamos reponer en lo posible el equilibrio perdido. Nuestra salud psicológica, y hasta física, lo requiere.

En tres grandes áreas de la vida suelen encontrarse las mayores insatisfacciones (también las mayores satisfacciones):

. La relación con las demás personas. Tanto en el ámbito de la familia de origen, como de la pareja o de las amistades. En definitiva el mundo de los afectos.

. La vida sexual. Ya se trate de la ausencia de relaciones, como de que éstas sean regularmente insatisfactorias. Cuando las relaciones sexuales son plenas y sin conflictos, nos deparan no sólo placer, sino también sentimientos positivos de ser deseados y de autovaloración. Físicamente nos valoramos más alto. Eliminamos infinidad de tensiones y malos humores.

. El trabajo. O lo que constituya nuestro quehacer en la sociedad.

Son varios también los placeres o satisfacciones que podemos exagerar con tal de suplir las carencias en estos u otros apartados, uno de ellos es el placer de comer.

Por más que muchas personas con problemas de obesidad sientan como una tortura todo lo relacionado con la alimentación, pues en torno a ella giran sus sentimientos de culpabilidad, lo cierto es que en un primer momento el comer es un placer.

Evidentemente, aquellas personas que con conciencia o sin ella, de manera regular, exageran el placer de comer como forma de compensar insatisfacciones permanentes en alguna de las grandes áreas antes mencionadas, (o en otras menores), antes o después suben de peso.

No es infrecuente, el caso de personas que engordan al exagerar el placer de comer debido a una etapa de insatisfacción en algún aspecto de su vida, que consiguen rebajar peso al ponerse a régimen cuando se restablece su equilibrio y están más satisfechas, y que vuelven a engordar cuando de nuevo se pierde.

Es inmensamente importante tomar conciencia de estos mecanismos de compensación, básicamente por dos motivos. Uno porque de esta manera podemos planificar un régimen en el momento más oportuno, es decir, cuando la satisfacción obtenida en el conjunto de nuestra vida es suficientemente alto. Dos, y fundamentalmente, porque podemos, como una gran herramienta contra el sobrepeso y la obesidad, luchar contra la insatisfacción en el terreno en que la padezcamos, o al menos, compensarla de manera distinta, y no ya comiendo.


ESTEBAN CÑAMARES
www.epecpsicologos.com
Madrid
Psicólogo Clínico y Sexólogo

DEFINICIÓN DE SEXUALIDAD

Desde el nacimiento tenemos por naturaleza el deseo de ser tocados y acariciados; véase si no cómo a los recién nacidos les resulta sumamente tranquilizante y agradable el hecho de que se les coja en brazos y se les acaricie.  Ese deseo, ese "placer", se mantiene a lo largo de toda la vida,

                                                      
Y cuando el desarrollo biológico lo posibilita, esa sensación  agradable puede (no necesariamente) convertirse en lo que llamamos excitación, es decir, en un estado de profunda alteración, con cambios fisiológicos y psicológicos y un evidente deseo de continuar con ese contacto piel con piel.

   A veces (pero no necesariamente), ese estado de gran excitación puede llevarnos a sentir la gran sensación de placer físico que llamamos orgasmo.
  
   A veces (pero no necesariamente) esta relación interpersonal puede dar como fruto la llegada de un nuevo ser, es decir, puede provocar uno de los actos de más trascendencia para la especie humana: la procreación, que es también una de las experiencias psicológicas más profundas que pueda tener una persona.
  
   Es evidente que la procreación sólo puede darse en la relación entre dos personas de diferente sexo, pero esto no quita la posibilidad de que esa relación placentera, piel con piel, se dé entre personas del mismo sexo, constituyendo lo que llamamos homosexualidad, ya sea masculina o femenina.
  
   Por otra parte, la experiencia de ser acariciado y de recibir placer también puede ser experimentada por el individuo en solitario, consigo mismo, en lo que conocemos como masturbación.

   Encontramos así que el concepto de sexualidad transciende al de "acto sexual" y puede ser visto como un componente esencial de la personalidad y del comportamiento humano.

   La sexualidad es el resultado de la interacción que cada persona establece entre el componente biológico, el instinto sexual heredado y otros factores, tales como las actividades familiares, creencias y educación.  Por lo tanto, no puede hablarse de una sexualidad común para todos los individuos, sino de una sexualidad personal, sentida, pensada y vivida de forma individual.

En definitiva:
La sexualidad es un componente natural del ser humano, que tiende a la reproducción, pero utilizable igualmente para la obtención de placer, y que es moldeado por aspectos educativos y por vivencias individuales, especialmente por las familiares.

ESTEBAN CAÑAMARES
PSICÓLOGO CLÍNICO Y SEXÓLOGO
COLEGIADO M-09659

lunes, 25 de febrero de 2013

EL PLACER DE LA INTIMIDAD

EL PLACER DE LA INTIMIDAD


Pocas personas son conscientes de que en una relación sexual no sólo se da el inmenso placer fisiológico de la excitación, del funcionamiento gozoso de nuestros genitales, del placer de un potencial orgasmo.

También se da (naturalmente si la relación personal es mínimamente positiva) el placer de una cierta intimidad entre las dos personas que participan en ese encuentro sexual.

Intimidad porque me dejo llevar por tus caricias, porque me permito dejarte ver mi excitación, porque me permites descubrir tu cuerpo, porque durante unos minutos, o unas horas, tú eres el centro de mi universo, y yo el del tuyo. Porque ser acariciado es sentirse cuidado, vivir algo que sólo tú y yo estamos viviendo en este instante, es darte y que me des lo que estoy deseando. Es satisfacer una de las necesidades humanas más importantes SENTIR INTIMIDAD CON ALGUIEN.

Naturalmente esto no se da en la misma medida en una relación afectiva profunda que entre una pareja que se está conociendo, o que en un ligue puntual. Pero se da.

Si sólo miramos la excitación y la descarga orgásmica la verdad es que poca diferencia habría con el hecho fisiológico de masturbarnos.

Muchas personas tienen miedo a la intimidad, huyen de ella, les produce la sensación de estar en peligro. Esto suele deberse a experiencias o expectativas traumáticas en el pasado. No necesariamente en el ámbito sexual sino en el de la intimidad en general, con la familia, los amigos, etc.

Perderse la experiencia de estar íntimamente con los demás, ya sea o no de forma sexual, es una de las pérdidas más tristes y limitadoras que puede tener una persona en el ámbito psicológico. Si así es, solucionarlo es vital para ser felices.

Esteban Cañamares
Psicólogo clínico y sexólogo Madrid
www.epecpsicologos.com

Lo que heredamos de la familia


Si os interesan los asuntos familiares y lo que se trasmite de padres a hijos puede ser de vuestro interés este
Enlace con radio nacional de España, programa sobre herencia familiar

jueves, 21 de febrero de 2013

RELACIONES FAMILIARES TEST


                       “En el fondo son las relaciones con las personas
                                      lo que da valor a la vida”

                                       (Guillermo Von Humboldt)


Uno de los pilares básicos en los que se apoya la felicidad humana es el de las relaciones con los semejantes, muy especialmente con quienes constituyen la familia. ¿Estás tú preparado para disfrutar del contacto con ellos?

Este test evalúa qué probabilidades tienes de obtener satisfacción en los encuentros con tu familia.

Contesta con el corazón, de forma rápida, y sin buscar respuestas correctas, no las hay.




  1. Tú dirías que los enfados e insatisfacciones vividos en la familia:


1. Los tienes en la memoria pero ya no te duelen

2. Debes olvidarlos cuanto antes

3. Algún día te darán la razón sobre lo que pasó


  1. Puestos a ser realistas, si estáis juntos:

1. A veces lo pasareis bien al unísono, otras cada uno a su manera

2. Estando juntos o lo pasas bien tú o lo pasan bien ellos

3. Ellos pueden disfrutar con sus cosas, tú con las tuyas


  1. Si tus padres o suegros te dicen cómo debes tratar a tu pareja


1. Agradeces el consejo pero les dices que ya tienes tu forma de hacer las cosas

2. Les das la razón para que se queden contentos. Total por unos días.

3. Sonríes, quedas bien, pero no te pronuncias.


  1. Opinas que lo ideal es:


1. Disfrutar de la familia de tu pareja pero sin confundirla con la tuya

2. Considerar a la familia política como propia

3. Hacer los esfuerzos necesarios para que tu pareja disfrute de su familia


E.     De tu infancia y juventud recuerdas:


1. Muchos momentos en los que disfrutabas haciendo cosas en común

2. Era necesario no estar con ellos para poder divertirte

3. Salvo en honrosas ocasiones, diversión y familia eran cosas antagónicas


F.      Para estar con tus padres de vacaciones, la presencia de otros familiares (hermanos, cuñados...) es algo que:


1.  Incrementa las posibilidades de pasarlo bien

2.  Lo que faltaba para estropear el día

3. Complica la situación


  1. Tu forma de disfrutar del ocio es:


1.  Básicamente igual que la tu familia

2. Absolutamente distinta a la de ellos

3. Distinta, salvo en algunas cosas


  1. Dejarías que tu madre te hiciera la maleta para irte de viaje:


1. No. Como mucho que me aconsejase

2. Nunca. O tal vez dejaría que la hiciese y luego la vuelvo a hacer a mi gusto

3. La hago yo, pero dejo que le eche un vistazo para que se quede tranquila


  1. Si tu familia y la de tu pareja coinciden en tu presencia:


1. Procuras sacar temas de interés común y disfrutas lo que se pueda

2. “Rezas” para que el tiempo pase pronto

3. Te lo tomas como algo inevitable


  1. Estás en la playa con la familia, ellos se empeñan en comer una de esas horribles paellas en aquel viejo chiringuito, qué haces:


1. Accedes, pero a condición de ir el próximo día a ese coqueto restaurante que tanto te gustó

2. Defiendes tus preferencias y te vas a comer donde a ti te gusta

3. Comerte la paella, al menos ellos estarán contentos


  1. Llega tu hermano / a con su pareja y los maleducados de sus niños:


1. Les dejas claro dónde y a qué  pueden jugar y dónde, y a que no. ¡Vaya experiencia sufriste la última vez!

2. Ni les dejas moverse.

3. Soportas un rato y luego pones una disculpa para que la visita sea breve.



L.     A cuál de estas opiniones te suscribirías:


1. Es una suerte tener la familia que tengo

2. Más vale que me hubiera tocado otra

3. No existen las familias ideales




Mayoría de 1:

¡Enhorabuena! Si has elegido mayoritariamente la opción 1 muy posiblemente eres una persona capaz de disfrutar del encuentro con la familia.

Parece que reúnes muchos de los requisitos para un encuentro gozoso con tus seres más allegados: No tener excesivas “cuentas pendientes” con ellos, experiencias previas de ocio compartido que resultaron agradables, un importante grado de asertividad, no confundir los distintos roles familiares (los suegros o los cuñados pueden ser figuras afectivas importantes pero nunca deber confundirse con padres o hermanos). Si además  compartes con ellos algunas aficiones y eres firme pero cálido a la hora de resolver fricciones y situaciones comprometidas, puedes disfrutar y mucho del contacto con ellos. Su compañía puede añadir satisfacción a tus vacaciones.


Mayoría de 2:

Si has elegido principalmente la opción 2, pudieras ser de esas personas  faltos de asertividad, es decir, que o bien no son capaces de defender las ideas propias  o no saben escuchar ni respetar las de los demás. También es posible que tengas una amarga experiencia de relación familiar y te sientas demasiado distinto y distante de ellos, con pocos o ningún recuerdo de momentos felices de ocio compartido. Todo ésto forma un conjunto suficiente para que el contacto con tu familia se convierta en un suplicio para ti más que en una fuente de satisfacción. De no hacer nada para cambiar este estado de cosas te verás fácilmente abocado a sufrir o a eludir permanentemente este tipo de relación.

Podría ser interesante que revisaras, sólo o con ayuda, no necesariamente profesional, tu enfoque del pasado, los conflictos pendientes de resolución y la forma de entender y resolver situaciones conflictivas o simplemente desagradables. El trabajo es duro y largo, pero la recompensa enorme, además los logros alcanzados en este trabajo se extrapolan con facilidad y beneficio a las relaciones de pareja y amistad.

No te resignes a no disfrutar del contacto familiar.


Mayoría de 3:

Si has elegido mayoritariamente la última opción o bien una mezcla de las tres sin que ninguna predomine, seguramente tienes una capacidad moderada de disfrutar del contacto familiar.

Puede ser conveniente que mejores tu facilidad para relajarte y disfrutar de aquellos aspectos que pueden ser satisfactorios en esta clase de relación humana. Recordar el pasado, compartir el día a día, hablar de otros familiares, disfrutar de comidas, fines de semana o de unas jornadas de vacaciones, son situaciones potencialmente agradables, pero tal vez en tu caso no eres capaz de sacar provecho a todas ellas. Deberías abstenerte de participar, o al menos disminuir la frecuencia, en aquellas que no son de tu agrado, hasta no ser capaz de resolver los asuntos emocionales pendientes que te incapacitan para disfrutar de manera plena. Más vale que mantengas poco contacto pero de calidad, que no someterte a situaciones que no son satisfactorias y por tanto potencialmente conflictivas.

Al final de este test encontrarás consejos para mejorar tu capacidad de disfrute familiar.


CONSEJOS DEL EXPERTO


Para maximizar tu bienestar en los encuentros familiares podrían venirte bien estos sencillos consejos.

  •  No esperes que ocurra nada que no sucedió ya en anteriores ocasiones.

  • No te obligues a hacer, ni a dejar de hacer, las expresiones físicas de afecto que broten de tus entrañas.

  • Si empiezas a sentirte incómodo es preferible que abandones la escena en lugar de obligarte a estar en ella.

  • Si planificas viajes o vacaciones familiares no estés tanto tiempo como creas que pueda resultarte agradable, sino por un periodo ligeramente inferior.

  • Procura respetar, si no te resultan fuertemente desagradables, lo que constituyan ritos familiares fijos. Este consejo es especialmente importante con la familia de tu pareja.

ESTEBAN CAÑAMARES
PSICÓLOGO CLÍNICO Y SEXÓLOGO
Madrid

miércoles, 20 de febrero de 2013

ACOSO LABORAL

Si te vas a incorporar al mundo laboral próximamente, o si ya lo estás, debes tener en cuenta que el acoso moral en el mundo laboral es una triste realidad, que sus consecuencias para la autoestima y la salud psicológica son graves, que se puede detectar y que conviene reaccionar cuanto antes. Aquí te exponemos algunas consideraciones que debes tener en cuenta para minimizar la posibilidad de padecerlo o para detectarlo cuanto antes:

A) Nunca pienses que tú no serás víctima de moobing, nadie está a salvo. Es más, si eres una persona valiosa, ya sea a nivel intelectual, moral, vital, cultural, etc. no sólo no estás a salvo de padecerlo sino que tienes mayores probabilidades. Los acosadores buscan, como víctimas favoritas, a personas que destaquen en algún parámetro.

B) Aunque los jefes están en mejor situación para llevar a cabo mobbing, también se dan casos de compañeros a compañeros.

C) Quien te acose en el trabajo no tiene porque usar métodos violentos, ni atacarte verbalmente de manera evidente, es más, el moobing más efectivo es el que se lleva a cabo de manera imperfectible. Con una sonrisa se puede agredir aún mejor que con un grito.

D) En este tipo de maltrato, que también se puede dar en las relaciones interpersonales,  son frecuentes las siguientes actitudes por parte del acosador:

  • Dar órdenes contradictorias, de manera que se haga lo que se haga habrá motivo para reprender a la víctima.
  • Encargar tareas ostensiblemente absurdas e inútiles.
  • Apartar a la víctima de sus compañeros, o si son éstos los acosadores indisponerle con el jefe.
  • Criticar, ridiculizar y vejar a la víctima delante de los demás.
  • Pedir tareas imposibles de cumplir.
  • Hacer referencia grosera a cualquier aspecto de la víctima que pudiera parecer a priori como poco deseable, desde una cierta obesidad a una incipiente calvicie.
  • Etc.
                                            

E) Lo que se pretende es disminuir la autoconfianza de la persona, para poder desprestigiarla ante ella misma y ante los demás, para finalmente el acosador sentirse “por encima  de la víctima”. Lo ideal para el acosador es anular a la víctima como persona, y en los casos más extremos parece lograrlo. Los primeros síntomas de que va alcanzando su meta pueden ser: dificultades para tener un sueño reparador, esfuerzo extra para ir al trabajo, alteraciones por exceso o por defecto de las ganas de comer, pesadillas nocturnas, dudas sobre la propia competencia, etc.

F) No confundas las típicas novatas, o ese carácter pesado de tu compañero, con sufrir moobing. Pero no descartes que sea una forma de empezar a producirlo.

G) Que una persona te ayude, aconseje o valore en un momento determinado, no le excluye como maltratador laboral.

H) Si tienes sensación de aturdimiento, confusión, desorientación, a la hora de realizar una tarea que podrías hacer con seguridad y tranquilidad, podrías estar en un estadio inicial de acoso.

Ante la sospecha de que padeces este serio problema debes tomar una serie de medidas, como son:

. Comentar con alguien de tu confianza, si lo que te ocurre puede ser catalogado como mobbing. Se trata en definitiva de tener una opinión más objetiva que la propia, ya que el afectado suele tener disminuida su capacidad de análisis.

. Informar de lo que ocurre a los superiores de la persona que lo perpetra, y/o a representantes sindicales.

. Pedir ayuda psicológica profesional para poder eludir los sentimientos de incompetencia y de falta de autoestima que se producen en estos casos y con los que cuentan los maltratadores.

. Acumular cuantos datos (fechas, ordenes y contraordenes, decisiones del superior o los compañeros, etc.) que puedan ser expuestos en una acción ante la justicia.

Esteban Cañamares
Psicólogo Clínico
Colegiado M-09659
Madrid
www.epecpsicologos.com

CAUSAS PSICOLOGICAS DE OBESIDAD


La causa psicológica de obesidad más frecuente es, sin duda, la carencia afectiva.

En mis años de experiencia profesional, he observado cómo a un 45 % de mis pacientes con problemas de obesidad o al menos de fuerte sobrepeso, les incumbía esta causa como aspecto fundamental a la hora de entender su ingesta excesiva de alimentos, y como en otro 25 % más, también estaba presente, aunque como causa de menor importancia.

Los seres humanos, somos los mamíferos que al nacer, más tiempo necesitan de sus padres, para ser cuidados, protegidos, y alimentados. Esto hace fácil que asociemos el pertenecer a un grupo, el ser protegidos, el no estar solos, el sentirnos seguros, y en definitiva el ser queridos, con el acto de comer.

Al nacer cuando no dormimos, el ser cogidos en brazos, la interrelación con nuestra madre, y el acto de alimentarnos, se dan al unísono. A esto, y a veces a ser limpiados, dedicamos el 95% de nuestras primeras horas (despiertos) en este mundo.

Ya de mayores, por mil causas distintas, podemos sentir que nos falta una interrelación sólida con los demás, y podemos desear ser abrazados. Estas dos cosas son con frecuencia difíciles de conseguir. Pero no es tan difícil la tercera de las experiencias que teníamos de recién nacidos, el alimentarnos. Consumir comida, es tan fácil como abrir el frigorífico y coger algún alimento, quizás un buen trozo de chocolate que además es estimulante, o quizás un trozo de rico pastel que posiblemente además nos traiga recuerdos gratos de otra época, o quizás una simple porción de pan, que además será utilizado por nuestro organismo para fabricar sus propios antidepresivos.

De aquella tríada de acontecimientos, ser abrazados acariciados y alimentados, podemos rescatar, casi en cualquier momento esta última. Será lo más parecido a aquellos momentos en que éramos el centro de atención para lo único que parecía existir fuera de nosotros, para nuestra madre, (o persona que hiciera las veces de madre).

La importancia real y simbólica del acto de comer, queda de manifiesto en multitud de momentos de la vida. Comiendo celebramos la llegada de un nuevo miembro al grupo, en los bautizos, la unión entre un hombre y una mujer, en las bodas, el acuerdo entre adultos de cara a un trabajo, en las comidas de negocios, la incorporación a la familia de un familiar político, que con frecuencia suele ser presentado con ocasión de una comida o “a tomar café”, los cumpleaños, en los que solemos invitar “a tomar algo” a los allegados,...

El comer, a veces, más que la forma de satisfacer una necesidad biológica, es una forma de “llenarnos a nosotros mismos”, de quitarnos la sensación de vacío afectivo, la soledad, la incomunicación, y de cuidarnos y darnos algo cuando sentimos que no lo recibimos del exterior.

Se trata de una ecuación que resultará un tanto incomprensible para aquellas personas que no han sentido un vacío afectivo importante a lo largo de su vida, o para aquellas otras que consciente o inconscientemente han utilizado otras vías para soportar la falta de afecto a su alrededor. Otras personas sin embargo, tendrán perfecta conciencia de que comen más en los momentos en los que sienten soledad, vacío, hastío, en los que tienen la íntima sensación de no importar a nadie, o al menos a nadie de manera especial e íntima. Un tercer grupo utilizará la comida como “parche” existencial, pero no serán conscientes de ello.

Establecer unas buenas relaciones humanas, sentir que pertenecemos a un grupo, mejorar nuestra pareja, etc. Será la mejor herramienta en la lucha contra la obesidad

Esteban Cañamares
Psicólogo Clínico y Sexólogo
Colegiado M-09659
Profesor honorario de la Autónoma
Madrid

lunes, 18 de febrero de 2013

CÓMO SON LOS HOMBRES MALTRATADOS

CÓMO SON LOS HOMBRES MALTRATADOS

Cada persona es distinta a las demás, por lo que podríamos hacer tantos grupos de hombres maltratados como personas hay en esta situación, pero lo que está claro es que no todos los hombres tienen las mismas probabilidades de ser abusados por sus parejas. Lo son con más facilidad:

. Quienes observaron en su familia de origen algún tipo de maltrato, ya sea psicológico, físico, en forma de infidelidad reiterada, etc. Esta situación hace que en el cerebro vayan sistemáticamente juntos el concepto de cercanía y el maltrato. Es como si inconscientemente se admitiera con naturalidad que lo uno va ligado a lo otro.

. Quienes tienen una baja autoestima. Esto no quiere decir que tenerla alta garantice no ser abusado o maltratado en algún sentido. Y con independencia del nivel de autoestima del que se parta, lo que no cabe duda es que finalmente esta será baja, mucho más baja que al inicio de la relación.

. Quienes son propensos a sentir culpa. Así como los que no expresan la rabia y el enfado fácilmente. No olvidemos que una de las herramientas que cualquier maltratador/a usa contra su víctima es el provocarle sentimientos de culpa constantemente.

No debe extrañarnos que estas sean las características típicas de las mujeres maltratadas. No hay diferencia sustancial entre el maltrato femenino y el masculino, salvo que éste adopta la forma física con más frecuencia y aquél la psicológica más habitualmente.

Como se ve nada digo de la inteligencia, ni de la preparación académica de los hombres víctimas. Hombres maltratados los hay de todos los niveles económicos, culturales,  etc.

ESTEBAN CAÑAMARES
PSICÓLOGO CLÍNICO Y SEXÓLOGO
www.epecpsicologo.com
colegiado m-09659

¿MI PAREJA ME SERÁ INFIEL?

¿MI PAREJA ME SERÁ FIEL?

Una de las experiencias más dolorosas que puede tener el ser humano es que su pareja le traicione, le sea infiel. Por esto y sin perder de vista que nadie es culpable de ninguna conducta mientras no la ejecute, bueno será que hagamos un repaso de los antecedentes familiares, de las características de personalidad, y del cambio de comportamiento que suelen tener las personas con altas probabilidades de engañar a su pareja.

PASADO FAMILIAR

Aquellas personas que han observado en sus padres historias de infidelidad, tanto afectivo-sexuales como de otro tipo (se puede ser infiel a la pareja en un momento en que está enferma, o en otras muchas circunstancias) son mucho más proclives a ser infieles con sus parejas, excepto en un caso: cuando lo cuentan con evidente dolor.

También quienes en su familia, y durante su niñez, no han visto puesto en valor el concepto de lealtad, o de compromiso, en su propio comportamiento con los demás.
Esto ocurre por ejemplo cuando no se le criticó de niño que incumpliera su palabra, tal vez para con un compañero de clase, o cuando se vivió con normalidad el no salir en defensa de un hermano menor atacado en el patio del colegio, o cuando se permitió que de adolescente “pasase” de la familia cuando ésta atravesaba por momentos de dificultad. En definitiva cuando no se le dio valor a ser fiel al grupo al que se pertenece, la familia, los amigos, etc.

Son más proclives a la infidelidad quienes han visto que el cariño de sus mayores no es incondicional, sino “a cambio de” “ser fiel a”. Se puede tratar de la experiencia de no ser querido salvo que quiera más a mamá que a papá, o a cambio de seguir destacando en los estudios, o a condición de que elija la profesión de papá, por mencionar algunos ejemplos, ya que en estos casos se puede desarrollar una especie de aversión a la fidelidad, al vivirse más como un forma de control que de estabilidad.

CARACTERISTICAS PERSONALES

Con independencia de las vivencias en la infancia, hay características personales que observadas con cierta atención pueden servir de aviso de que la persona con la que nos relacionamos es proclive a ser infiel.

Existen personas que gozan de un físico envidiable, que han sido favorecidas por la naturaleza. Son personas atractivas, elegantes, guapas, de llamativas hechuras, o simplemente con un saber estar que resulta atractivo para los demás y del que lógicamente están satisfechas. Nada de esto aumenta las probabilidades de que esa persona sea infiel, excepto en un caso: que base su autoestima casi exclusivamente en esa característica. Si es así y cuando su ánimo atraviese horas bajas, estará más tentado que otras personas a explotar ante el sexo opuesto su capacidad de seducción. La idea de ser infiel se le hará especialmente atractiva y fácil.

Observemos otro comportamiento que de ser habitual puede avisar de cierta propensión a la traición. Todos escuchamos historias de infidelidad, de personas infieles y de personas engañadas, pero la reacción ante estos relatos varía de unas personas a otras.  Quienes al escuchar la infidelidad ajena la califican por sistema de divertida, al infiel de astuto o inteligente, quienes nunca dejan ver una muestra de pena, desagrado, o de solidaridad con la víctima, tienen mayor probabilidad de ser infiel a su pareja, en el presente o en el futuro. Ello demuestra identificación exclusiva con la persona que se ha divertido con la infidelidad, es decir, falta de empatía para con la persona engañada.

Las personas impulsivas a la hora de gratificarse, por ejemplo comprando en unos grandes almacenes, o mediante la comida o bebida, es decir, aquellas que se ven desbordadas por sus impulsos son, en igualdad de otras variables, más propensas a ser infieles, porque el impulso de aventura y conquista que todos llevamos dentro les puede desbordar. Algo parecido cabe decir de quien con gran facilidad es seducido, por ejemplo por vendedores, ya que también tendrá menor resistencia a ser seducido/a por quien desee que sea infiel.

Hay quien nunca ha sentido la extraordinaria y maravillosa experiencia de estar plenamente unido a una persona, ni con los progenitores, ni con un amigo intimo, ni con la pareja. No es que no lo deseen, sino que las circunstancias o sus propios miedos se lo han impedido. Pues bien, estas personas suelen terminar aprendiendo a “diversificar” sus relaciones intimas, por lo que para ellos lo “normal” es tener una segunda relación, aunque sea de menor importancia que la primera, para completar la plenitud que no saben lograr. Tienen mayor tendencia a ser infieles.

Quien aún estando en pareja vive como persona soltera, en el sentido de que parece tener una vida aparte, por ejemplo estableciendo nuevas relaciones de amistad en la que su pareja no participa en absoluto, o no necesita algún grado de contacto entre  su pareja y su familia de origen, tiene mayores probabilidades de ser infiel ya que este comportamiento podría estar indicando que no se ve a sí mismo como parte de una unidad superior al individuo, la pareja. Si no se siente en lo más profundo de su alma parte de una pareja no tendrá necesidad de protegerla.

Es más fácilmente infiel a su pareja quien lo es actualmente a sus hermanos, amigos, partido político, grupo religioso, o a sus ideales en general. Se puede ser infiel a un amigo no acompañándole con ocasión de la muerte de un ser querido, o a un hermano no apoyándole con ocasión de un divorcio, por poner sólo algunos de muchos ejemplos posibles. De quien no cuida una relación afectiva de cualquier tipo, no se puede esperar que renuncie al placer de la aventura y la conquista para cuidar la viabilidad de la pareja.

SOBRE SU CAMBIO DE COMPORTAMIENTO

Sin perjuicio de lo expuesto anteriormente, pueden ser motivo de preocupación por posible infidelidad los siguientes cambios en el comportamiento habitual.

1) Si ha abandonado viejas reivindicaciones afectivas y/o sexuales hacia usted. El hacerlo no le convierte en persona infiel, pero sí es cierto que este tipo de reivindicaciones suelen cesar cuando se pierde la esperanza de encontrarlo en casa y se encuentra fuera de ella.

2) Si tras algunas salidas aparentemente “inocentes” su estado de ánimo mejora ostensiblemente, aunque de forma pasajera

3) Si el repertorio de juegos sexuales de que es capaz su pareja varía de forma notable y brusca.

4)  Si de manera inesperada está con usted mas atento/a que de costumbre y coincidiendo con salidas aparentemente justificadas “por motivos de trabajo” u otras rutinarias.

5) Si han cesado las dudas que tenía sobre si quería o no separarse de usted y  sin que nada haya cambiado ni se haya hablado.


FINAL
Ninguno de estos comportamientos aisladamente observado en su pareja le da garantías de que le esté siendo infiel. Si son varios los que ha detectado tampoco, pero las posibilidades aumentan. Si es así y la sospecha produce en su corazón un nivel importante de desazón, le recomiendo que exponga sus temores a su cónyuge o pareja. De su reacción, más que de sus palabras podrá deducir si las sospechas son o no fundadas.
Una reacción a base de sacar enfados y quejas hacia usted hace tiempo dormidas, o eludir la conversión,  indicaría posible conducta infiel, mientras que una reacción del tipo  “de esto no podemos dejar de hablar hasta que no esté aclarado”  podría desconfirmar sus temores.

Nunca insistiré lo bastante en decir que una alta concentración de indicios o señales no equivale a que realmente exista conducta infiel.

  
. Seguramente estamos ante una persona que valora y respeta la  fidelidad, en sentido amplio, cuando le ha sido trasmitida por sus mayores como ejemplo personal,  pero no presentada como condición indispensable para ser querido.


 . Si está conociendo a alguien, potencial pareja en el futuro, no deje de interesarse por sus relaciones humanas al margen de la vida de pareja. Si les ha sido fiel seguramente también lo será con usted.

Esteban Cañamares
Psicólogo Clínico y Sexólogo
Tf  680 133 864
Madrid

Libro recomendado (del propio autor): ¿Por qué le es infiel? Editorial Amat

domingo, 17 de febrero de 2013

AYUDA A ESQUIZOFRÉNICOS

AYUDA A ESQUIZOFRÉNICOS

Afortunadamente la medicina ha avanzado también en lo que a ayuda farmacológica para esquizofrénicos se refiere. Delirios, alucinaciones, comportamientos extravagantes, y otros síntomas son fuertemente reducidos gracias a las medicinas que debe recetar  y controlar el psiquiatra.
¿Pero a partir de ahí qué?
En muchos casos la vida de este tipo de pacientes se convierte en algo gris, constantemente encerrados en casa, preocupados por cualquier cambio de rutina, sobresaltados ante la perspectiva de tener que tomar la más pequeña decisión, muchas veces faltos de higiene, tentados de dejar la medicación, etc.
Esta situación se ve agravada cuando los padres ya son muy mayores o incluso han fallecido.
Para darles ayuda está el psicólogo de acompañamiento, que partirá de la realidad de que tras muchos años y hasta décadas de enfermedad crónica no puede “curar” al paciente pero sí hacerle la vida más llevadera, y también del reconocimiento de que la ayuda del psiquiatra debe ser regular y es absolutamente insustituible.
Ayudarle a no angustiarse ante los pequeños cambios y pequeñas decisiones que exige la vida, ayudarle a que tenga hábitos (horarios, higiene, ejercicio…) sanos y regulares, a que no descuide la medicación, ser su hombre de confianza, ser su referente cuando tenga la desgracia de perder a sus padres, etc. Es la labor del psicólogo de acompañamiento.
El psicólogo que escribe tiene la satisfacción de jugar este papel con varios pacientes aquejados de esquizofrenia desde hace muchos años, y dada que la ayuda en caso de pacientes crónicos ha de ser de muy larga duración mi costumbre es darles unas condiciones económicas muy especiales pues abonan tan sólo la mitad de lo que suelen ser mis honorarios.
Lamentablemente con frecuencia, y sobre todo cuando no cuentan con ayuda familiar, las personas aquejadas de esquizofrenia son víctimas de seudo-profesionales o de personas que teniendo la titulación apropiada no tienen la experiencia necesaria para tratar este tipo de casos, lo que les llevan a darles recomendaciones absolutamente contraproducentes, algunas de las más frecuentes son el pretender que prescindan de la medicación, que tengan sexo con profesionales, que se lancen a una vida social intensa para la que no están preparados, y otras medidas que sólo acaban por provocar brotes psicóticos con el consiguiente sufrimiento tanto del enfermo como de la familia.
Constituirse en una especie de “hermano mayor” para el paciente, pero con los conocimientos psicológicos necesarios y con la experiencia imprescindible en estos casos puede ser de gran ayuda para estos pacientes, a los que tanto se les llega a apreciar con el paso del tiempo, y una gran descarga para sus familias.

Esteban Cañamares
Psicólogo Clínico
Profesor honorario de la U.A.M.
Madrid

viernes, 15 de febrero de 2013

ATAQUES DE ANSIEDAD


Algunas personas tienen la desagradable experiencia de sentir que casi de repente y sin causa que lo justifique, al menos aparentemente, son presas de una gran angustia que se manifiesta tanto a nivel fisiológico como psicológico.

En el aspecto fisiológico son típicos los siguientes síntomas:

     . Taquicardias

     . Vértigo

     . Sensaciones de ahogo

     . Oleadas de calor y frío

     . Temblores, etc.

Mientras que a nivel psicológico son habituales estos síntomas:

     . Miedo (incluso miedo de morir)

     . Sentimientos de volverse "loco"

     . Sensaciones de pérdida de control, etc.

Estos ataques que duran unos minutos (raramente horas), son lo bastante intensos como para que la persona desarrolle un miedo anticipatorio  a los mismos, y procure no estar sola o lejos de casa.

Se trata de un trastorno más frecuente en mujeres que en hombres, y que se da principalmente en adultos jóvenes.

Aunque cada caso debe estudiarse individualmente, en general podemos decir que en la base de este problema, existe una cierta predisposición genética junto con angustias inconscientes de separación de figuras afectivas, o con otras temáticas.

El correcto abordaje de este trastorno, si es especialmente intenso y frecuente, requiere la colaboración del médico psiquiatra y del psicólogo. El primero debe hacer un correcto diagnóstico diferencial, pues algunos trastornos físicos como por ejemplo el hipertiroidismo pueden presentar síntomas similares, y posiblemente recetará algunos fármacos que será prudente administrar durante al menos 6 meses incluso en ausencia de síntomas; (nunca debemos automedicarnos).

Durante este período se debe desarrollar la psicoterapia para indagar y solucionar los problemas de separación y seguridad que inconscientemente están afectando al sujeto.

En definitiva y aunque el sujeto que lo padece no lo sepa algo teme, algún fantasma empieza a cobrar fuerza en su interior y ante esa amenaza se dispara el mismo miedo, la misma angustia, los mismos cambios fisiológicos y mentales que experimentaríamos ante una amenaza física real.

                  ESTEBAN CAÑAMARES MEDRANO
                    PSICÓLOGO Y SEXÓLOGO
                    COLEGIADO Nº M-09659